Nabarra por su independencia seis glorias patrias I. Aitzol Altuna. Nabarralde.

Nabarra por su independencia, seis glorias patrias I. Aitzol Altuna. Nabarralde.

“… La Declaración unilateral de independencia de 1794, volver a Nabarra

“El árbol de Gernika es el más antiguo, el primero, el padre de todos los árboles de la libertad” J.J. Rousseau (s. XVIII) ilustrado ginebrino.

Tras la Revolución Francesa, en 1794, las tropas francesas con unos 40.000 contingentes invadieron la Nabarra peninsular, Aragón y Catalunya, en represión al ataque español previo a Iparralde y al Rosellón catalán en manos francesas; España quiso evitar la entrada de las nuevas ideas en su suelo, para ello el Bourbon Carlos IV de España mandó cerrar fronteras, donde situó a su ejército con 18.000 soldados que tomaron pueblos de Baja Navarra como Aldude.

En Gipuzkoa, la ciudad de San Sebastián con su alcalde a la cabeza, pidió negociar con las tropas francesas en base a la potestad que para ello le otorgaban los Fueros. Estaban dispuestos entregar la ciudad a los invasores si estos prometían respetar los Fueros que los reyes Bourbones atacaban constantemente desde la corona española, petición a la que se unieron poco después las Juntas Generales de Gipuzkoa reunidas en Getaria -primera capital de Gipuzkoa bajo el reino nabarro-. Las Juntas reclamaron la soberanía de la provincia anterior a 1200, año de la invasión castellana de la Nabarra Occidental, así como el respecto a la religión católica y a los Fueros o legislación del reino baskón de Nabarra.

Gipuzkoa declaró después su adhesión a la República francesa: “El pueblo guipuzcoano es digno de asociarse a la brillante suerte de la República (francesa) y al acercarse vuestras falanges victoriosas proclamando de nuevo su independencia, que durante quinientos años supo defender contra insidiosas pretensiones de un astuto gobierno…Las bayonetas de los republicanos franceses sabrán ayudar los deseos de los republicanos guipuzcoanos para la independencia y defender su territorio de la invasión de nuestros enemigos comunes”. Los enemigos comunes eran los españoles, claro.

El donostiarra Antonio Mendizabal comenta al respecto: “Puede suponerse el escándalo sin límites que en el mundo hispano y de los madriles provocaron primero la claudicación sin guerra y segundo el paso de Gipuzkoa al Estado francés. Pero no solo esto, pues lo que se proyectaba era que Gipuzkoa fuera un Estado independiente o unido a Bizkaia, Alava y (Alta) Navarra y también la resurrección del viejo Reino con Zazpiak Bat (sic), como antes del 1200, decían.  Atribuían todo al Seminario de Bergara, a la fundación que hiciera Munibe, Narros y Altuna y que tuvo relación tan directa con el enciclopedismo francés de Voltaire, Diderot y sobre todo Rousseau con su deseo de venirse a Azkoitia”.

Finalmente se llegó a un acuerdo de paz entre los imperialistas españoles y franceses de la que quedamos excluidos los nabarros. La “Paz de Basilea” fue firmada en Madrid en 1795, en la misma, el primer ministro Godoy en nombre del Gobierno español, ofreció a la representación francesa los territorios de Gipuzkoa y Bizkaia a cambio de recuperar las tierras ocupadas por Francia en la isla caribeña de Santo Domingo (hoy Haití), por ser estas tierras nabarras menos interesantes y más conflictivas para la corona española.

El gobierno de París no aceptó el cambio que sí había aceptado la representación francesa en Basilea, es más, Francia volvió a masacrar a la población civil baskona con asesinatos masivos y deportaciones de la población de Iparralde por no querer colaborar con el ejército francés contra sus hermanos del sur, imponiendo Francia a los baskones el servicio militar en su ejército tras la supresión foral. Tras la Paz de Basilea, numerosos mandos gipuzkoanos fueron condenados a muerte por entregar San Sebastián y Gipuzkoa sin lucha, pese a que España había prometido no tomar represalias. Godoy pasará a ser apodado el “Príncipe de la Paz” por su negociación con Francia.

Los españoles se vengaron de los donostiarras el 31 de agosto de 1813, cuando el General Castaños mandó arrasar hasta sus cimientos la ciudad a sus aliados ingleses y portugueses según relataron después los donostiarras sobrevivientes, así como matar a los habitantes que aún estaban dentro y violar a las mujeres y niñas en un nuevo genocidio, tras quedar la ciudad militarmente ocupada por los franceses gracias a la ineptitud de Godoy (segundo Tratado de Fointanebleu de 1807) y de los reyes franceses de España, Carlos IV y Fernando VII, los cuales, regalaron toda España al emperador francés Napoleón I Bonaparte. (Jarraitzen du)

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